Siéntate un momento, Galatea,
ahora que estamos solos.
Aceptemos al fin que tú y yo
poco tenemos que ver.
Me he perdido en la homilía inútil
de este vicio redentor, blanca estatua;
porque soy llanura y tú, isla,
porque eres voz y yo mirada,
porque eres risa y yo un canto,
y por tu imperfección perfecta,
poco tenemos que ver.
Te he creado distinta a mí, como eres,
infinita,
inalcanzable;
como la oración que nunca digo
antes de soñar el sueño en que te sueño
para que existas,
para que seas,
para no resolver el laberinto de tus ojos
nunca
y seguir amándote,
aunque poco tengamos que ver.
Günter Rojas
11 mar. 10
No hay comentarios:
Publicar un comentario