domingo, octubre 18, 2009

De la vida real...

 

 

La jirafa y el ratón caminaban por la sábana. Mamá –dijo el ratón- ¡Ayúdame, me estoy cayendo! La jirafa corre en su auxilio y como toda madre buena, le salva de un precipicio mortal entre almohadas. Caminan hasta el valle del edredón, donde habitan los monstruos y al llegar, una araña de cinco dedos les impide el paso. Un feroz chango despeinado roba su comida mientras huyen a toda prisa en un caballo blanco y otro rosa. ¡Hijo, ayúdame!-gritó la mamá del cuento- y el ratón preguntó que le pasaba. Ya no pudo contestar. Su voz de madre buena, se va entrecortando, balbucea un par de veces más, sus piernas quedan tendidas sobre una cordillera de colchas. En el horizonte, el sol de setenta y cinco watts termina su función. Herida de sueño, la narradora de noventa y ocho centímetros de altura, se queda dormida y nos quedamos el ratón, la araña y yo velando la noche tranquila de un mundo que ya conozco y que a mis treinta años lucho por recordar.

 

 

Günter Rojas

2006



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